De chatarrero a reciclador, la verdadera historia
Todo empezó cuando Emilio, cofundador de Metales Pelaz junto a algún hermano y su padre, nuestro abuelo, estando trabajando de mecánico en un taller, cayó de baja, allá por el año 1948. Le tuvieron que escayolar la pierna y como vivía en un 7º piso sin ascensor se tuvo que quedar durante varios meses a vivir en el bar que regentaban sus hermanas, el Julitea, en la calle San Franciso de Bilbao, lugar de poteo en aquel entonces.
Estando en el bar, debió de pasar un familiar que andaba recogiendo desperdicios y le animó a que él hiciera lo mismo. Así que con su pata de escayola y en la puerta del bar, empezó a comprar residuos, sobretodo chatarra pero también compraba trapos, lanas, gomas, hierros y toda clase de metales, como figura en la foto.
Y así fue como empezó el chatarrero, recogiendo por la calle lo que nadie quería ya. Luego ya con una carretilla y un cesto iban recogiendo chatarra por las calles y cantando el tan famoso Chatarreeeeeeeo.
Y de ese chatarrero, que sólo se preocupaba de comprar y vender, y trabajar horas y horas se ha pasado al Reciclador, empresario del reciclaje donde todo está controlado, sometido a numerosas leyes y requisitos. Leyes como la Prevención de Riesgos Laborales, la Protección de datos, Ley del Traslado de Residuos, Autorización de Gestor de Residuos No Peligrosos y Peligrosos, Notificaciones diarias a la policía para control del robo, ISO de Calidad y Medio Ambiente, etc.
Ahora la empresa da trabajo a unas 28 personas, cuenta en las instalaciones con numerosa maquinaria para trabajar las chatarras así como camiones para su transporte, aparatos de medición de calidad, aparato de detección de radioactividad, etc
Pero lo más importante de todo es el espíritu que dejó Emilio y que durante los 65 años que trabajó en la empresa ha sido el fundamento de ella y es la seriedad, formalidad y calidad. Y hoy son los principios que nos caracterizan y que mantenemos con orgullo.